María Jesús Álava Reyes, psicóloga y directora del Centro de Psicología Álava Reyes, habla de salud mental en adolescentes y jóvenes tras la pandemia.

La psicóloga María Jesús Álava Reyes trabaja para que sus pacientes vean la etapa de confinamiento y pandemia como un aprendizaje más que como un sufrimiento. Recibe en su consulta a adolescentes con problemas, incluso algunos se autolesionan o han perdido las ganas de vivir por falta de una buena educación emocional. La ilusión es la clave para recuperarse.

La Asociación Española de Pediatría (AEP) advirtió a mediados de 2021 que había observado un repunte de las consultas de niños y adolescentes por síntomas de tipo obsesivo-compulsivo, depresión y somatizaciones, y que incluso los trastornos de la conducta alimentaria eran más graves y requerían más ingresos hospitalarios que antes de la pandemia. Entre los factores de riesgo estaban la incertidumbre, el exceso de noticias sobre coronavirus, el distanciamiento social o el abuso de pantallas.

Álava Reyes confirma esos datos con su experiencia. Recibe muchos más menores de edad y de jóvenes entre 18 y 30 años en 2022 que en años anteriores. Desde niños de 9 o 10 años que tienen problemas en los estudios, hasta adultos con insomnio pasando por adolescentes problemáticos.

#saludmentaladolescente

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TRANSCRIPCIÓN:

Muy buenas, soy María Jesús Álava Reyes, psicóloga, llevo más de 30 años trabajando en los ámbitos de la psicología clínica, educativa y del trabajo y vengo a Haciéndote preguntas para hablar de los adolescentes y los jóvenes en tiempos de pandemia.

– ¿Qué hace exactamente un psicólogo?

– Lo que hacemos es ayudar. Ayudar a las personas. Cuando nos vienen los niños les ayudamos en aquello que les puede preocupar. Imagínate que tienes miedo, por ejemplo, por la noche o alguna circunstancia, el psicólogo te enseñaría cómo dejar de tener miedo. O tienes un problema con un compañero, un amiguito, diríamos cómo puedes resolverlo. O tienes un problema con tus hermanos, o con tus padres, pues hacemos lo mismo, te decimos “a ver, ¿cómo son tus hermano?, ¿cómo son tus padres? y te contamos cómo tienes que actuar. En el fondo, lo que intentamos es que las personas sean felices, les entrenamos para ello y también les decimos cómo conocerse un poquito mejor, cómo saber cómo son las personas que les rodean y cómo tienen que actuar. En definitiva, los psicólogos nos lo pasamos muy bien, porque ayudamos a las personas a sentirse mejor.

– María Jesús, ¿hay niños de mi edad que van al psicólogo?

– Y me has dicho antes que tienes nueve años, ¿verdad? Fíjate, hay niños de nueve años, pero mucho más pequeños que vienen al psicólogo. Trabajamos incluso hasta con bebés. Imagínate bebés que a lo mejor pues no se duermen bien por la noche o que les dan a sus padres mucho la lata, o que comen muy mal, pues ya empezamos a trabajar con ellos. Vienen muchos niños de tu edad. Normalmente vienen por problemas a veces con otros compañeros o por problemas con los estudios. Siempre empezamos a trabajar con los padres, con la familia. Trabajamos después con el colegio y con el niño. Al final nos hacemos muy amigos y conseguimos resolver aquello que realmente te pueda preocupar. Sí que vienen muchos niños de tu edad.

– Pensábamos que este 2022 iba a ser el año de la esperanza, pero desgraciadamente parece que está siendo lo contrario. Psicológicamente, ¿cómo nos coge este tercer año de pandemia?

– La gente está muy cansada, está un poco ya como no queriendose hacer expectativas, como diciendo “bueno, hemos pensado tantas veces que ya por fin terminaba y realmente no es así”. Y esto es algo muy delicado y muy peligroso desde la psicología, porque no hay nada peor que la gente que pierde la esperanza. Cuando la gente pierde la esperanza, pierde la ilusión, pierde las ganas de luchar, pierde un poquito la forma de entusiasmarse ante la vida. Y cuando lo vivimos todo con esfuerzo, como diciendo “bueno, no tenemos más remedio, vamos a ver lo siguiente que nos llega”, la verdad es que es un sistema de vida que lo que nos provoca es desgaste y sufrimiento y mucho cansancio.

– Para nosotros, los universitarios, nos da la sensación de que estamos viendo una época que es muy diferente a lo que nos esperábamos. Yo personalmente pienso que me estoy perdiendo los mejores años de mi vida.

– Pues fíjate Patricia, es un pensamiento que lo comparten muchísimos universitarios. Es cierto que puedes decir “pero si yo estaba esperando estos años como como por fin el colofón de mi vida, los años de mayor felicidad y no me han dejado vivirlos con espontaneidad o con naturalidad. Todos han estado llenos de cortapisas y de condicionantes”. Pero hay una cosa que es verdad, podrás volver a viajar, puedes volver a estar con personas con las que relacionarte y de las que aprender, pero las lecciones que nos tiene la pandemia, digamos el nivel de reflexión tan en profundidad que podemos hacer, todo lo que podemos aprender, va a ser difícil que tengamos otra oportunidad en nuestra vida, otra ocasión, de extraer tantísimas enseñanzas. Entonces yo diría, reconociendo que tenéis razón y que os lo tenemos que devolver, lo mejor que podéis hacer es prepararos para vivir estos años venideros futuros con muchos más recursos de los que hubieras tenido si simplemente hubiera tenido una etapa universitaria tradicional y normal.

– ¿Hay a alguna edad en la que uno es más susceptible de desarrollar un trastorno mental?

– Fíjate, hay tramos de edades, desde la psicología tenemos muy estudiado, por ejemplo, que en la adolescencia, de 13 a 16 años es una franja de edad muy vulnerable. Donde de repente los padres nos decís: “oye, mi hijo, mi hija, ha cambiado de la noche a la mañana. Era una persona tranquila, equilibrada, fantástico y ahora se ha hecho un chaval pues muy inhóspito, absolutamente agresivo, violento”. Es verdad que es una etapa muy difícil, donde además se produce un cambio hormonal importante que afecta muchísimo a nivel del sistema nervioso. Y luego en estos momentos lo que estamos viendo es que la franja de la juventud ,yo te diría que casi hasta los 30 años, pero fundamentalmente de 18 a 25, es otro tramo que en este momento está siendo muy vulnerable. Y curiosamente, las personas mayores, que son las que peor digamos han podido llevar la pandemia, las que más les ha podido afectar, es decir, una etapa de sus vidas en las que necesitaban salir y relacionarse un poquito con sus amigos, moverse físicamente, les ha condicionado mucho a nivel intelectual, anímico, es decir, han dejado de ir a sus talleres, a los centros de mayores, esas personas mayores que todos estábamos pensando: “bueno, ¿qué les va a pasar?”, son los que mejor lo han llevado. Porque son los que más recursos tienen ante la vida, porque son los que más frustraciones han tenido a lo largo de sus muchísimos años, porque son tremendamente realistas, porque saben sobreponerse en cualquier momento. Entonces, te diría básicamente 13-16 años, un momento muy, muy delicado; 18 a 25, otra franja especialmente difícil.

– Una de las expresiones que más nos han repetido durante la pandemia ha sido que de estas saldremos mejores, ¿qué piensas de este término?

– Pues fíjate Begoña, te iba a decir que casi era una tomadura de pelo. Pero pienso que no es verdad. De hecho ,en estos momentos muchísimas personas lo que ha provocado la pandemia es que estén en situaciones emocionales muy débiles, de muchísima fragilidad. Entonces la pandemia nos puede hacer mejores si somos capaces de aprovechar y de coger esas elecciones que encierra, pero es verdad que en una primera fase a muchísimos colectivos, pero incluso a la gente en general, les ha debilitado profundamente.

– ¿Cómo piensas que ha afectado la pandemia a nuestros jóvenes y adolescentes?

– Son los que más lo han sufrido, los que más vulnerables realmente se han encontrado, los que estamos viendo en estos momentos los cuadros más agudos, más difíciles. Muchísimos adolescentes, muchísimos jóvenes se han sentido muy solos, totalmente perdidos, muy desorientados, pensando además que su vida es como que se les estaba yendo en esos momentos, en una etapa en la que ellos necesitan el contacto directo con otras personas de su edad. No lo tuvieron, lo han perdido y han entrado en una dinámica interna casi de autodestrucción. Son los que están teniendo más dificultades, los que menos esperanzas sienten ante el futuro, los que tienen pensamientos autolíticos de suicidio más graves y los que en este momento están planteando más problemas en su entorno, pero más infelicidad ellos mismos por dentro. Tu fíjate que somos un equipo muy, muy grande y hemos tenido que duplicar los especialistas que llevamos, que llevan, adolescentes y jóvenes.

– ¿Hay diferencia de los trastornos mentales de antes ahora?

– Diferencia en el tipo de trastornos no tanto, en la intensidad muchísimo. Es decir, a ver nos siguen viniendo, tú eres profesor de secundaria, no siguen viniendo adolescentes con dificultades pues de ansiedad, de estrés, de angustia, de preocupación, de relación con sus compañeros, a veces incluso de muchas inseguridades. Pero lo que ahora vemos es que la gente viene muchísimo peor, es decir, los adolescentes que nos vienen es en una fase muy grave, con muchas autolesiones, seguro que lo estáis viendo vosotros mismos en los colegios, en momentos de verdad con una angustia tremenda, planteándote que la vida para ellos que no le terminan de ver el sentido, es decir, vienen en unas fases muy agudas y nos damos cuenta que lo que les ocurre es que normalmente no han tenido una buena educación emocional, es decir, no están preparados para resolver las dificultades a las que han tenido que enfrentarse y ha llegado un momento en el que directamente han hecho crack, se nos han venido abajo. En definitiva, nos vienen peor de lo que nos venían antes.

– ¿Hablar demasiado de salud mental puede hacernos creer que es un problema algo tan sencillo como estar bajo de ánimo o sentir tristeza?

– Pues es muy interesante lo que comentas, fíjate porque es verdad que hay personas que salud mental les suena casi a locura ¿no?, a patología, como tú dirías. Cuando sin embargo tenemos una salud física, una salud mental, que es totalmente complementaria y el estado de ánimo bajo, tristeza e incluso ansiedad, preocupación, a veces hasta angustia, dificultades para descansar, para dormir bien ,dificultades para comer ,es algo absolutamente dentro de la vida cotidiana, totalmente normal. Lo que ocurre es que hoy en día se ha incrementado muchísimo, es decir, que esas dificultades, esos problemas, la intensidad con la que la gente lo vive, lo que comentábamos antes, están infinitamente peor. Hablar de salud mental es positivo. Hasta ahora hemos hablado muy poco, si hablásemos más trabajaríamos mucho más lo que es la educación emocional para que las personas a nivel de salud mental estuvieran sabiendo tratarse tan bien como lo hacen con su salud física. La gente sabe que tiene que dormir, que tiene que comer, que tiene que tener buenos hábitos de alimentación, que tiene que hacer ejercicio, pero no sabe cómo trabajar su mente para que su salud mental esté en perfecto equilibrio emocional.

– Esta situación excepcional, tan diferente a otras, ¿ha habido algo que te haya enseñado a ti a nivel personal?

– Sí. Si lo analizamos y lo hemos analizado muy en profundidad, hemos extraído enseñanzas muy claras. Una es el fracaso, el fracaso de la educación que estábamos proporcionando realmente a nuestros hijos, a nuestros jóvenes. Ese fracaso que les ha llevado a hundirse ante una situación como esta, porque no les habíamos preparado para superar dificultades, nos le habíamos preparado para levantarse ante una frustración, no les habíamos dado recursos ante la vida. Ha puesto en evidencia que esa sobreprotección, que seguimos teniendo actualmente en las nuevas generaciones, es probablemente lo peor que podemos hacer con ellos, la principal trampa que hemos cometido de alguna forma en su existencia. Nos ha enseñado que tenemos que ser infinitamente más flexibles, que no tenemos que educar en el resentimiento, que educar en el resentimiento es educar en la intolerancia y en la ausencia de valores, que por el contrario tenemos que enseñar a las nuevas generaciones que la vida a veces está llena de dificultades y que son momentos fantásticos, fantásticos para ayudar, para sacar lo mejor que llevan dentro y para agradecer todo lo que en condiciones normales la vida sí que nos está dando.

– Ante este panorama, esta situación actual, María Jesús, ¿eres optimista pensando en el futuro?

– Fíjate yo te diría Pedro Luis que más que optimista, soy muy positiva. Yo creo que si sabemos hacerlo bien, si sabemos extraer esas enseñanzas que realmente ha tenido, sí que tenemos que pensar que quizá hemos desarrollado recursos que antes no tenemos, que personas que te dicen “nunca en la vida he estado tan mal, pero qué bien me va a venir esto que he aprendido. Ahora me conozco mejor, ahora sé cómo relacionarme mejor, ahora sé como desactivar tensiones en un momento determinado, cómo volverme ilusionar”. Si nos reilusionamos, nos motivamos, seguimos aprendiendo y seguimos reflexionando y seguimos ayudando a las personas que están a nuestro alrededor, claro que el futuro tiene que ser positivo. Pero no dejemos de trabajar por ello. No pensemos que nos va a venir regalado, ni mucho menos impuesto.

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