Rodrigo Valdecantos sufrió un ictus hace tres años. El accidente cerebrovascular dañó su hemisferio derecho con la consiguiente afectación del lado contrario de su cuerpo. La parálisis de su brazo y pierna izquierdos le obligó a desplazarse en silla de ruedas cambiando su rutina por completo. Tiene una discapacidad permanente, ya no puede realizar su antiguo trabajo en una empresa de comercialización de producto fresco y acude periódicamente a rehabilitación en un Centro de Día. Sin embargo, disfruta más que antes del “regalo” de la vida: “Dios me salvó y el ictus ha fortalecido mi fe”. Valora más que antes una conversación con un amigo y en momentos de flaqueza ofrece su sufrimiento a cambio de la solución de los problemas de los demás o la redención de las ánimas. Se siente en paz.
El infarto cerebral le mantuvo mes y medio en coma en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid con pronóstico incierto. “Cuando me recogieron los camilleros me dieron por muerto. No respiraba, no hablaba, no movía nada ni tenía sentido del tacto. Era un vegetal”. Cuenta lo que le pasó con naturalidad, pero recalcando lo agradecido que está de haber descubierto la bondad de los que le rodean: “La verdadera vara de medir se ve en los momentos de dificultad”.
En su nueva etapa, su familia se ha vuelto imprescindible, sobre todo sus hermanos, que no se apartan de su lado y le ofrecen todo y más: “El que tenía dinero lo ha puesto a mi disposición, el que tenía tiempo me ve a diario y la que no tenía tiempo ni dinero me organiza la casa”. Las muestras de cariño y ayuda le hacen creer que la sociedad está preparada para convivir con los discapacitados y entender sus necesidades, aunque da un tirón de orejas a los gobernantes: “Los que mandan tienden a considerarnos como un problema y un gasto continuo de recursos materiales y humanos”. Exprime cada día al máximo y en caso de bajones se aferra a su fe: “No me considero un ejemplo de superación, pero sí de supervivencia. Cuanto más tiempo sobreviva, más cerca estaré de superarlo. Pasito a pasito, como el Cholo Simeone”.