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"Los regalos, los viajes y las invitaciones me alejaban de mi alma y de mi felicidad real."
"Instagram no ha sido capaz de controlar el impacto que tiene en nosotros."

Berta Bernad exhibió su mejor cara en Instagram durante años mostrando ropa, fiestas y lugares paradisíacos hasta forzar la sonrisa. La aparente vida de ensueño no le hacía feliz. Apenas tenía tiempo para los suyos y para sí misma. Tras una charla con su madre cerró sus redes sociales, con miles de followers, de un día para otro. “Cielo, ¿por qué no lo dejas? ¿Quiénes son todos esos que te siguen? Ninguno hará nada por ti en la vida real”.

Cuando a Berta Bernad una marca le regalaba un bolso, lo único que quería era hacerse la foto lo antes posible para publicarla y así no volver a verlo. Lo mismo le pasaba en una tienda de ropa o de perfumes; nada le llamaba la atención porque tenía de todo. Llegaba a casa de madrugada tras un evento y se sentía triste. Esta pionera de las redes sociales en España abrió su cuenta de Instagram apenas un año después de que sus creadores, Kevin Systrom y Mike Krieger, le diesen vida en internet. Por entonces, 2011, las marcas empezaban a fijarse en el potencial comercial de anunciarse a través de los bloggers y los instagramers, que, como mucho, publicaban por hobby dos fotos al día para sentirse realizados.

Rápidamente la afición dio paso a la profesionalización y los ya llamados influencers se pusieron a producir vídeos, stories y fotografías de gran calidad a cambio de que las marcas les pagasen por servir de escaparate. Si tener más de 5.000 seguidores empezó siendo un símbolo de poder, los instagramers luchan hoy en día por superar el millón. El único requisito es tener más de catorce años.

Las redes sociales pueden llegar a ser una droga, adictivas. – Berta Bernad en #HaciéndotePreguntas. Click to Tweet

Bernad abrió su Instagram con la ilusión de una recién licenciada en Periodismo que vio la posibilidad de transmitir sus gustos y aficiones en un medio nuevo. Sin embargo, en 2017 se sintió asfixiada por un mundo superficial enfocado al consumo: “Quería tener una vida más tranquila. Los regalos, los viajes y las invitaciones me alejaban de mi alma y de mi felicidad real”. Decidió entonces dar carpetazo a las redes y dio un adiós definitivo a sus miles de seguidores. Para Bernad, aquello fue comparable a abandonar un encierro: “Instagram era como una jaula de oro de la que me daba miedo salir porque llevaba tiempo construyéndola. Irme fue duro, pero muy bonito y necesario para conseguir la estabilidad que tengo hoy”.

Si antes era instagramer a tiempo completo, ahora capitanea una agencia de marketing trabajando detrás de las cámaras. Logró aprovechar los conocimientos adquiridos en la etapa anterior para empezar un nuevo proyecto que le permite disfrutar de los suyos y valorar lo que tiene. Por eso, le gusta decir que prefiere vivir con lo que es capaz de comprar.

La mayor parte del contenido de Instagram es superficial y está dirigido al consumo."

Berta Bernad

Bernad insiste mucho en hacer un uso responsable de las redes, siempre supervisado por los padres en el caso de los menores de edad, y apuesta por la aprobación de nuevas normativas que las regulen: “Las redes pueden llegar a convertirse en una droga que engancha y multiplica problemas graves de la sociedad actual, como los suicidios o los trastornos alimenticios”. Además, lanza una llamada de atención a las tecnológicas multinacionales para que revisen sus protocolos: “Se les ha ido de las manos al no ser capaces de controlar el impacto que ejercen sobre nosotros. Estos altavoces nacieron para unirnos, pero nos están separando”.

Bernad está convencida de que las redes sociales son un fenómeno imparable que ha irrumpido tan fuerte “como lo hizo en su día la imprenta”, por lo que es partidaria de que los influencers sean fieles a sí mismos y no enmascaren la realidad con una felicidad ficticia. No solo ha dado un golpe de timón laboral, sino que también ha escrito un libro: “Mi nombre es Greta Godoy”. Ahora disfruta más que nunca de familia y amigos: “Todo el tiempo que dejas de dedicarle a tus seguidores, se lo puedes dedicar a tu gente. Ahí está la verdadera felicidad”.

“Cuando dejé Instagram, recuperé la felicidad”
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