Javier Urra, psicólogo y exdefensor del menor, anima a impartir una educación integral en las escuelas para combatir el acoso escolar.

Javier Urra compara el acoso escolar con un incendio: “Al primer chispazo, hay que apagarlo”. Para el psicólogo, el maltrato verbal y físico entre estudiantes, que hoy en día se conoce como bullying, es uno de los grandes problemas de la sociedad actual. Por su amplia experiencia profesional, que le llevó a ser defensor del menor de la Comunidad de Madrid, hace hincapié en el papel que juegan los profesores en las aulas. Los docentes son el fonendoscopio del acoso, tanto de la víctima como del agresor, pero también un referente educativo fundamental para transmitir valores, empatía y habilidades sociales a los chicos.

La familia es el otro pilar de la lucha contra el acoso escolar, pero muchos padres necesitan ayuda extra. “Hay padres que no saben lo que ocurre con sus hijos fuera del hogar, otros están atemorizados por sus hijos e imaginan que en la calle son acosadores y pequeños dictadores con sus compañeros, y hay un tercer grupo de padres muy violentos. Cuando conoces al padre, te explicas perfectamente la conducta del hijo”.

El bullying ha evolucionado para, igual que un virus, mutar en otras variantes similares o más peligrosas, pero con las mismas consecuencias para la víctima. Eso ocurre con el ciberacoso; la intimidación o el maltrato a través de las nuevas tecnologías, especialmente las redes sociales. Así lo confirma Urra con un dato alarmante: “El ciberacoso es la mayor razón de suicidio de menores”. Los números están ahí. Según el último informe del Observatorio del Suicidio en España, catorce menores de 15 años (siete niños y siete niñas) se quitaron la vida en España en 2020. Una cifra que duplica a la de 2019 y en la que el acoso estaba detrás de la mayoría de los casos.

#HaciéndotePreguntas, profundizando en los temas que más importan.
Un proyecto del CEU con ABC.

#acosoescolar #ciberacoso

Ver vídeo principal: https://youtu.be/ctCcdgVGQyo

Suscríbete a nuestro canal de YouTube: https://www.youtube.com/user/gcomunidadesceu
Síguenos en Twitter: https://twitter.com/fundacionceu
Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/fundacionceu/
Síguenos en Instagram: https://www.instagram.com/fundacion_ceu
Escucha los podcast en: https://haciendotepreguntas.abc.es/podcast

TRANSCRIPCIÓN:

Soy Javier Urra. Fui el primer defensor del menor y ahora soy presidente de Recurra-ginso y vengo a Haciéndote Preguntas para hablar de un tema esencial, el acoso escolar.

– Hay compañeros de mi clase que tienen un mote. ¿Eso es malo?

– A mi, a Javier, no me gusta mucho, porque a veces el mote es una forma disimulada de ridiculizar, de señalar, de diferenciar. Nos han puesto un nombre bien bonito: María, Javier, Isabel… pues vamos a mantener. No soy favorable a los motes, reducen a la persona. Es más rico el nombre y además supone un respeto importante. El respeto. Tú me respetas a mí. Yo a ti también. ¿Sabes por qué les caigo yo muy bien a los niños? Porque les respeto. ¿Sabes lo que es respetar? Que cuando haces las cosas bien digo: qué bien, y cuando un niño dice una tontería digo: eso es una tontería. Eso es respetar

– ¿Qué tengo que hacer si algún compañero insulta o pega a otro?

– Estamos hablando de compañeros. En la medida de lo posible decir: «oye, déjalo. No utilices el insulto». Y si veo que la cosa está muy agresiva, muy violenta, intentar avisar a otros compañeros. Pero siempre para apagar y ponernos del lado de la víctima. Y desde luego decírselo un profesor. ¿Sabes por qué? Porque eso no es de chivato y para defender a la víctima hay que ser valiente, pero somos mucho más.

– Javier, ¿me puedes poner algún ejemplo de acoso escolar?

– Pues claro que sí. Mira, cuando yo era defensor del menor y dijimos «vamos a grabar un vídeo sobre acoso escolar» y entonces llamé a un señor que había ganado los premios Goya de cortos. Yo me fui el sábado a ver cómo estaban grabando y había unos chicos. A un chaval le abrían el macuto, le tiraban los libros, se comían su bocadillo, se quedaban con el bonobús. Y el chaval ponía buena cara, me pareció un buen actor y dije qué bien lo hace, qué bien haces de víctima. La sorpresa fue que el resto de los chicos me dijo: “no, si no es el que hace de víctima, es que es el machaca, es al que le sacudimos siempre. Y ahora cuando estábamos grabando le hemos dicho que haga otra vez de lo que es”. Es realmente terrible, porque yo tengo la impresión, no sé tú, de que el que agrede, el que ridiculiza, el que insulta, no es consciente del daño que hace al que recibe el insulto, que a veces los papás lo tienen que cambiar a otro colegio y en el fondo una niña como tú, que tienes aproximadamente 10 años, es muy importante lo que diga el resto de las niñas y el resto de los niños. Por lo tanto hay que ser muy respetuosos sobre todo con los distintos, con el que tiene una enfermedad. El mundo es bonito porque es distinto. Si fuéramos todos iguales esto sería aburridísimo. Seríamos clónicos.

– ¿Siempre ha existido el acoso escolar?

– Sin duda, sí. No había esa sensibilidad, pero siempre se ha acosado al distinto, al que tiene menos capacidad para defenderse, la que tiene menos habilidades sociales. Sin duda ha existido siempre y muchísima gente lo recuerda, no siempre lo comenta, pero lo recuerda.

– A mí en el colegio no me hablaban de bullying, ¿están ahora los alumnos formados e informados para detectar el acoso?

– Yo tengo la impresión de que sabe que hay acoso. Pueden pensar que es una cosa de otras aulas, de otros colegios, que a ellos no les acontece. Y están formados, sí, lo que pasa es que no tienen la voluntad muchas veces de ponerse del lado de la víctima y miran para otro lado o se ponen del lado del agresor. Es más fácil, pero es más cobarde. Es muy propio no sólo de los niños, sino también de los adultos no responsabilizarse.

– Cada vez hay más casos de ciberbullying, ¿se ha normalizado la violencia online?

– Mira yo tengo 64 años, tú tienes 23. En mi época jamás se hubiera podido hablar en casa de odio. Hoy hemos generado una fiscalía contra el odio, hay muchos odiadores y mucha gente cobarde que se oculta en ese ciberacoso, que además entra en tu hogar, que además entra en tu habitación, que además entra en lo más íntimo. Es realmente peligroso y la policía y la guardia civil están buscando fórmulas para poder perseguir a quien cometen ese hecho deleznable, que a veces es causa-efecto. Por de pronto, la mayor razón de suicidio de niños es el acoso y específicamente el ciberacoso.

– ¿Qué busca el niño o la niña con el acoso?

– Yo creo que lo que busca no es ser querido, sino ser respetado. Lo que quiere es imponer su norma, imponer el miedo, dominar, sentirse fuerte. Pero se sabe no querido.

– ¿Crees que es posible que detrás de un niño acosador hay unos padres responsables?

– Bueno, creo que hay padres que no saben lo que acontece con su hijo fuera del hogar. Sea en los tiempos de ocio, en la escuela. Creo que hay padres que están atemorizados por sus hijos y, por lo tanto, imagina que también serán unos auténticos pequeños dictadores en clase, con sus compañeros, incluso con el profesor. Y el tercer grupo de padres, que es que ellos son muy violentos y es algo que, en fin, los psicólogos conocemos muy bien, que es el aprendizaje vicario, que es el ejemplo y cuando conoces, por ejemplo, al padre te explicas perfectamente la conducta del hijo.

– ¿Porqué los niños en la mayoría de los casos no dicen que sufren de acoso?

– Es verdad. La mayoría de los niños no lo dicen, uno, porque “no voy a ser creído”, dos, “ha quién se lo digo, ¿al profesor? ¿a la profesora? ¿pero él no lo ve, no nota que está pasando? y si se lo digo al profesor o a mis padres y se enteran ¿no será peor para mí? “Porque dirán, joder, encima chivato y al día siguiente…” y no se fían, no confían en que esa pueda ser la solución. Y por eso un 80% lo callan, lo sufren. Es una violencia silenciada, silenciosa. Es porque creen que el apoyo, la solución, no viene de fuera. Y aún más te digo, a veces, cuando chico es machacado en un colegio y los sacas de ese colegio, del instituto, y lo llevas a otro, y por qué es distinto, por la razón que sea, le vuelven a ridiculizar, llega a asumir “pues el problema seré yo”.

– ¿Hay perfiles de niños más expuestos al acoso y perfiles de acosador?

– Clarísimamente sí. El que es víctima, el acosado, suele ser alguien que no se sabe defender, que tampoco tiene una red de iguales que le defienden, que no es muy agresivo. Tiene otras características que en vez de jugar al fútbol le gusta tocar el cello. Es más tímido, más indefenso. Ese es mayoritariamente el perfil de quien es víctima. Y del victimario, del agresor, suele ser más fuerte físicamente, rudo en su contacto, le gusta generar un grupito de dos o tres que le aplaudan, que le reconozca. Tiene una cierta distancia afectiva, una cierta dureza emocional y pudiera darse el caso de que en su entorno familiar tenga figuras muy similares a la que emplea. La característica de los chicos es más bronco, más violento físicamente. Las niñas suelen ser más sutiles, más emocionales, más psíquicas, más de ésta no lo hablamos. Pero es verdad que estamos viendo casos también de machaque físico, de tirar del pelo, de una cierta agrupamiento. Y a veces muy silenciado y muy grave.

– ¿Porqué es tan difícil acabar con el bullying en las escuelas incluso habiendo tanta información?

– Pues vamos a ver, Fernando, yo te lo voy a intentar explicar. Somos humanos. Humanos no son ángeles, son animales con capacidad de lenguaje, de compadecerse, de reír, de llorar, de tener sentimiento, espiritual. Pero ya un niño pequeño, de tres años, ve otro niño que llora y le deja su juguete. Hay otros niños de tres años que ven a otro niño que llora y aprovechan para quitarle el juguete. ¿Eso va a ser genético? ¿Temperamental? ¿Va en el carácter? ¿Va en la educación del hogar? Muchísimo, en el hogar. Al final la escuela, Fernando, es el fonendoscopio de lo que pasa en otro entorno. Entonces que ocurre, que en una aula de 27 alumnos es fácil que todos se lleven razonablemente bien, pero hay mucho de competencia, hay mucho de cooperación; pero siempre alguno que emplea la fuerza física, que emplea la ironía cáustica, que encuentra que le aplauden metiéndose con alguien y ridiculizando. Entonces se siente bien su propio ego y es difícil que no tengamos a alguien que lo haga y si nadie le pone una cortapisa seguirá haciéndolo. Tenemos que hacer una sociedad mucho menos violenta, de padres a hijos, de hijos a padres, en la propia pareja y también entre los niños. Porque si no cuando sean adultos reincidirán, abusaran del más débil y esto es realmente preocupante.

– ¿Qué derechos fundamentales del niño se ven afectados cuando uno sufre acoso escolar?

– Pues bastantes. Uno, un derecho que es a la intimidad, al honor. Pero tú fíjate, Carlos, que la Constitución Española habla el correcto desarrollo de la personalidad y maduración. Claro, cuando alguien te ridiculiza, te veja, te insulta, te menosprecia delante de los demás… todo eso queda conculcado. Por lo tanto, son muchos los derechos. ¿Sabes que la OMS dijo que el ser humano para el bienestar requiere lo físico, lo psíquico lo emocional, lo social. Yo diría que en la etapa adolescente o infantil los otros, los iguales, son esenciales. Por eso es tan dañino, quiebra tanto la emocionalidad de sentirse ridiculizado por los demás. Yo en la fiscalía he visto casos de chicos que a un niño le decían: “tráeme dinero todos los días”. Lo cual le obligaba al niño a robar a sus propios padres. No sé si vemos el desquiciamiento que eso conlleva. Yo tengo un centro, se llama Recurra-Ginso. Tenemos muchos chicos que han sido acosados escolarmente, y ¿sabes lo que ocurre? que como no pueden con el agresor llegan a casa y se vuelven contra su madre. De víctima de acoso a agresor de violencia ascendente o violencia filio-parental. Y mal pronóstico tiene eso en relación a la violencia de género el día de mañana.

– ¿Qué vías legales existen para evitar que el acoso escolar continúe?

– Pues las vías la primera es la escuela. Estamos en la escuela. Es el ámbito del profesor, de la profesora, del maestro, de la maestra. Ellos son los que tienen que captar esa realidad, ese fonendoscopio de ese hecho que es la continuación. Y el profesor tendrá que hablar con el tutor y llamar a los padres, pero de todos de la víctima, pero también del agresor, y a veces ¿porqué no? al AMPA –a la asociación de madres y padres– para decir: “oye, estamos teniendo un problema. Hay niños que agreden y otros que son víctimas, sin nominar. ¿Qué os parece? ¿Qué hemos de hacer? Cuando eso no termina de surtir el efecto, tienes que hablar con dirección. Cuando los padres saben que su hijo está siendo víctima y no notan que en el colegio haya una respuesta suficiente, tenemos una figura esencial que es el inspector, el inspector educativo. Y él tendrá que abrir un expediente, decir: “oye, ¿qué está pasando aquí? Llamando al director, al tutor, al profesor. Y, si el hecho es grave, continuado y se puede tipificar como delito o falta, y tiene el agresor más de 14 años – por ley orgánica de responsabilidad penal del menor–, entonces nos avisará a la Fiscalía de Menores para intervenir. Pero la idea es que sea el ámbito educativo, la escuela. Es mucho más que aprender, es mucho más que Google. Es formar. Eso lo sabéis muy bien en el CEU. Formar personas en todo el ámbito. Ponerse del lado del que es distinto, del que sufre, del que lo está pasando mal es una formación esencial, sobre todo en el ámbito que nos trae hoy aquí que es el ámbito humano.

– Terminemos Javier con un mensaje positivo y esperanzador. ¿Podremos entre todos acabar con esta lacra?

– Combatir sin duda, luchar también, erradicarla no es fácil. Pero Carlos, una persona que da clases en el CEU, en un colegio, en un instituto, tiene que ser esperanzado. Un profesor sin optimismo, sin esperanza, no tiene herramientas suficientes. Por tanto, sí. Pero tiene que serlo desde la más corta edad en la sensibilidad. Y hay que cortar de raíz, la primera frase, el primer insulto, la primera tontada, hay que decir: “oye, oye, por ahí no, ¿eh?”. Pero pasa con la violencia de género: “no, es que es una bromita. Bueno, se me escapó”. No, no, no. Lo haces, lo dices por qué lo piensas, luego lo sientes. Eso es como un incendio, al primer chispazo hay que apagarlo. Y si hay que sancionar se sanciona, por el bien también del agresor, por el bien del que ridiculiza. ¿Qué pasaría si tú que te crees tan chulito y tan fuerte, y machacas a este, te llevo a una clase de chicos que tienen dos años más que tú?, ¿a que cambia el tablero? Esto es muy importante. Por lo tanto, la víctima es quien lo sufre, la víctima es el colectivo que no interviene y la víctima es el agresor, porque ir por la vida de matón o de mafioso al final se le vuelve en contra. Hay que ser querido, hay que tener habilidades sociales, hay que ayudar a quien lo necesita. Esto es lo que hay que enseñar en la escuela, que es mucho más importante que cualquier productor de televisión o de las series. Al final tú y yo y quien nos vea recuerdan mucho aquella profesora o a aquel profesor que le cambió la vida. Y no fue el que más le enseñó, sino el que más le transmitió. Que sigas haciéndolo.

Compartir

Send this to a friend