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"La pornografía borra la afectividad, la intimidad y el cariño de la sexualidad"
"La pornografía legitima y banaliza la violencia"

Hasta donde han estudiado los historiadores, la pornografía siempre ha existido. Hay innumerables ejemplos en el arte, como los bajorrelieves eróticos del siglo XIII en el templo de Suria, en India. También en las ruinas de la ciudad romana de Pompeya, donde se encontraron cientos de frescos y esculturas sexualmente explícitas hace miles de años.

Nada nuevo en un instinto tan antiguo como la especie humana. Sin embargo, desde la aparición de internet, el consumo pornográfico se ha disparado hasta niveles problemáticos, adictivos y que incentivan una visión distorsionada de la sexualidad. Los tentáculos de la pornografía alcanzan de lleno un espectro de la población muy vulnerable: los jóvenes.

“Creo que aún hay mucho miedo a la hora de hablar de sexo y, aunque presumimos de libertad, la realidad es que seguimos viviendo la sexualidad de forma negativa, con culpa y con vergüenza”. Quien habla es Alejandro Villena Moya, el invitado de esta semana al plató de Haciéndote Preguntas, experto en sexología clínica y salud sexual y miembro de la plataforma Dale una vuelta. En su encuentro con nuestros entrevistadores insistió en la importancia de sacudirnos los tabúes y hablar del tema para formar a los jóvenes en una sexualidad sana.

Según Villena Moya, el 50% de los adolescentes ha hablado alguna vez de sexualidad con sus padres y tan solo el 20% ha abordado el tema de la pornografía. La comunicación es crucial, teniendo en cuenta que nuestros niños se van a cruzar con ella más pronto que tarde, aun sin buscarla. Aunque pueda resultar escandaloso, la edad media para iniciarse en el consumo de pornografía son los 11 años.

El 30% de los adolescentes accede de forma accidental a la pornografía, sin buscarlo activamente. – Alejandro Villena, psicólogo experto en Sexología Clínica y Salud Sexual, en #HaciéndotePreguntas. Click to Tweet

Hoy en día, las redes sociales son clave en la iniciación del consumo entre los niños. Según un informe de Save the Children publicado en 2020, el 51,2% accede mediante el intercambio de fotos o vídeos por WhatsApp o redes. Para un 28,5%, la primera toma de contacto responde a una búsqueda activa, pero hay otro 30% que se topa con ella de forma accidental.

Por eso, es esencial apelar a la responsabilidad individual e impedir que este contenido continúe republicándose en nuevos grupos de WhatsApp y redes sociales. “Yo lo hablo mucho con mis amigos, y cuando ellos envían este tipo de imágenes, les mando los criterios de una adicción a la pornografía. Tenemos que saber que nuestro clic también importa”, comenta.

La adicción a la pornografía no es tan fácil de detectar como otras. Es muy silenciosa y hace a los adolescentes ir aislándose cada vez más en sus cuartos, en el baño y dentro de sí mismos.

Además, más de la mitad de los adolescentes que ven contenidos pornográficos se inspiran en ellos para sus propias experiencias, y el 30% reconoce que es su única fuente de información sobre la sexualidad, indica el informe de Save The Children.

La pornografía genera una visión distorsionada de la realidad".

Alejandro Villena Moya

Villena Moya insiste en la importancia de educar en la sexualidad sana y no en la pornografía. “Viendo pornografía aprendemos de pornografía, no de sexualidad”, dice. La pornografía tiene un componente adictivo – algunos científicos han establecido paralelismos entre el consumo de pornografía y el abuso de sustancias -, y otro componente social y relacional muy preocupante.

“El consumo de pornografía favorece unas expectativas irreales, tanto en jóvenes como en adultos, desarrolla estereotipos de género y machistas, afecta a la propia respuesta sexual y a la satisfacción sexual. Siempre digo que si le preguntáramos a la pornografía ‘¿qué es el sexo?’, esta respondería: ‘Violencia, humillación y sometimiento de la mujer’. Nos manda un mensaje de que la sexualidad es algo bruto y en el que se utiliza al otro. Nos engaña proponiéndonos un mensaje de que el sexo es un producto de consumo y no una experiencia relacional o vincular”, asegura Villena Moya.

Los frescos eróticos de Pompeya son la prueba de que la sexualidad forma parte de nuestro ADN cultural. Tras la aparición de la pornografía masiva en internet, el gran reto que tiene por delante nuestra sociedad es lograr sobreponerse a los tabúes. Y así, hablar para conformar una visión de las relaciones como un momento íntimo y amoroso donde la generosidad y el conocimiento del otro sean el ingrediente principal.

«La edad media de inicio de consumo de pornografía es 11 años»
Podcast Haciéndote Preguntas

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