Javier Díaz sufrió el revés más grande de su vida hace doce años por el suicidio de su madre. Transitó un camino difícil hasta que desapareció el sentimiento de culpa para dar paso al perdón y a las ganas de ayudar a los demás. Ahora lucha por visibilizar las enfermedades mentales y conseguir que en España haya un buen programa de prevención del suicidio.
Javier Díaz se aferra cada día a la esperanza. De ahí el pseudónimo que ha elegido en las redes sociales: @javiviendo Este psicólogo y escritor de 34 años sufrió el golpe más duro de su vida cuando hace doce años su madre se suicidó. Al shock inicial y al dolor, se sumó la culpa. Pensó qué podía haber hecho o qué estaba haciendo mal en ese momento. Transitó un camino muy difícil hasta que comprendió que, sencillamente, nadie era el responsable: Ni su madre ni su padre ni su hermana ni él mismo: “Fue liberador saber que el suicidio de mi madre no fue culpa de nadie”. Aprendió a perdonar, a perdonarse y a convertir esa terrible experiencia vital en algo positivo para la sociedad, siempre apoyado por la fe. Desde entonces, Javier lucha por dar visibilidad a las enfermedades mentales y a luchar para conseguir que en España haya un buen programa de prevención del suicidio. El tabú o el silencio de los medios de comunicación ya no tiene cabida: “Cuanto más se habla del suicidio, más se puede prevenir un hecho tan doloroso como el que yo he vivido”.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) son alarmantes. Hay muchas más muertes por suicidio que por accidentes de tráfico. En concreto, en 2020 fallecieron 1.403 personas en las carreteras, mientras que 3.941 se quitaron la vida. Una tendencia que se mantiene desde hace varios años y que se disparó durante el confinamiento por el coronavirus. De hecho, la cifra es un 7,4% superior a la de 2019, con 270 suicidios más. De media, cada día se quitan la vida once personas en España; una cada dos horas y cuarto. Más de 4.000 vidas al año.
Con esos datos sobre la mesa, Javier pone el acento en la falta de un plan nacional de prevención de suicidios: “España está a la cola en el número de profesionales de salud mental disponibles en nuestra sanidad. No dan abasto, pero las facultades de Psicología están llenas. Hay que hacer un llamamiento a los responsables políticos para que se tomen en serio el problema. El suicidio de alguien querido es un dolor que no le deseo a nadie”. Este psicólogo, que afrontó la muerte de su madre cuando estaba estudiando la carrera, pone un ejemplo claro sobre la falta de prevención de los suicidios al compararla con la del cáncer. “Apenas hemos avanzado en la prevención del suicidio, pero sí en la del cáncer, cuando es algo que también afecta a miles de personas, a sus familias y a sus seres queridos. Se han dado algunos pasos, pero da la sensación de ser un maquillaje para salir del paso”. Lo dice alguien que, como él, sabe por doble motivo de lo que está hablando porque padece cáncer y actualmente está en tratamiento.
”La esperanza está en la lucha, no en la victoria"
Javiviendo
El papel de la sociedad también es importante para acabar con los suicidios. De hecho, Javier cree que todos podemos ser agentes de prevención en la medida de nuestras posibilidades y lograr que quien ha tirado la toalla recupere la ilusión por salir adelante: “La esperanza está en la lucha, no en la victoria”. No es fácil saber que alguien está pensando en quitarse la vida, pero podemos intuir que algo no va bien. “Tenemos que aprender a escuchar de forma activa y darle tiempo a esa persona para que se pueda expresar con libertad, sin juicios ni condenas. Necesitamos normalizar las enfermedades mentales”.